Cuando pensamos en contaminación, solemos imaginar humo, residuos o plásticos. Pero hay formas menos visibles —o más normalizadas— de contaminación que también afectan seriamente a nuestra salud y al medioambiente. Hablamos de la contaminación lumínica y acústica, dos tipos de polución que cada vez están más presentes en nuestras ciudades y barrios, y que también debemos aprender a reducir.

¿Qué es la contaminación lumínica?

Luz artificial que no siempre ilumina lo que debe

La contaminación lumínica es la presencia excesiva de luz artificial durante la noche, especialmente aquella que se proyecta hacia el cielo, entra en viviendas o permanece encendida sin necesidad. Esto ocurre, por ejemplo, con farolas mal orientadas, escaparates encendidos toda la noche o focos decorativos en zonas deshabitadas.

En Valladolid, como en muchas otras ciudades, este tipo de iluminación contribuye al consumo energético innecesario, aumenta la factura eléctrica y dificulta la conservación de los ritmos naturales tanto de personas como de especies animales.

¿Por qué es importante reducirla?

  • Afecta a la fauna nocturna: las aves migratorias, los murciélagos o los insectos polinizadores se ven desorientados por el exceso de luz, lo que pone en riesgo su supervivencia.
  • Nos aleja del cielo estrellado: muchas personas no pueden ver ni una estrella desde su barrio debido al resplandor urbano constante.
  • Altera nuestro descanso: la exposición prolongada a la luz artificial por la noche puede provocar insomnio y dificultar el sueño profundo.

¿Y qué pasa con el ruido?

Ruidos que nos acostumbramos a no escuchar

La contaminación acústica es el exceso de sonido no deseado que afecta a nuestro entorno. Puede venir del tráfico, obras, locales de ocio, sirenas, alarmas… o incluso de electrodomésticos y aparatos electrónicos en el hogar.

En muchas zonas urbanas de Valladolid, este tipo de ruido se ha convertido en una molestia habitual que, sin embargo, tiene consecuencias serias para nuestra salud.

¿Cómo nos afecta el exceso de ruido?

  • Genera estrés y ansiedad: vivir con ruido constante puede afectar al estado de ánimo y aumentar el cansancio.
  • Dificulta el aprendizaje: el ruido en escuelas o viviendas dificulta la concentración, especialmente en la infancia.
  • Puede dañar nuestra salud a largo plazo: se ha demostrado que la exposición prolongada al ruido puede provocar problemas cardiovasculares y presión arterial alta.

¿Qué puedes hacer tú?

Acciones sencillas para un entorno más saludable

Contra la contaminación lumínica:

  • Apaga las luces exteriores cuando no las necesites, especialmente por la noche.
  • Instala sensores de movimiento en patios o portales.
  • Usa bombillas LED de bajo consumo y tonos cálidos.
  • Si gestionas un comercio, limita el horario de iluminación del escaparate o utiliza temporizadores.

Contra la contaminación acústica:

  • Baja el volumen de tus aparatos electrónicos, sobre todo por la noche.
  • Evita usar el claxon salvo en situaciones necesarias.
  • Participa en campañas vecinales que promuevan un mejor aislamiento acústico en zonas sensibles.
  • Informa al Ayuntamiento si detectas focos de ruido persistente o molestias en tu zona.

Por una ciudad más habitable y sostenible

El entorno urbano no se cuida solo reciclando

Vivir en una ciudad más tranquila, donde se respete el silencio y el ritmo natural del día y la noche, es también una forma de cuidar el planeta. Reducir la contaminación lumínica y acústica mejora nuestra salud, protege la biodiversidad y ahorra energía.

Un gesto tan simple como apagar una luz o bajar el volumen también es una acción ambiental.

Desde Valladolid Recicla te animamos a tenerlo en cuenta en tu día a día. Porque cuidar del medioambiente empieza por pequeños hábitos… incluso los que parecen invisibles.